Angel Bermejo Lluellas fué instructor de la Escuela Nacional de Montaña en tres especialidades: escalada en roca, excursionismo y alta montaña. Curso docencia en Deportes de Montaña por el organismo Digeder. Hizo perfeccionamientos en escalada habiendo obtenido una beca de la Federación Española de Montañismo. Enfermero Universitario realizó clases de Primeros Auxilios en el Cuerpo de Socorro Andino e impartió cursos de Enfermería en Propam; de Patología Médica en la Escuela de Sanidad Naval, en el Liceo Uno de Niñas, En el Instituto Comercial Vespertino de Valparaíso, etc. Angel Bermejo alcanzó innumerables cumbres de altas montaña, de media montaña y paredones y rutas de escalada. Pertenece a instituciones literarias diversas de la región.
La Ruta Peñimawida es la mas aérea de las rutas de escalada del cerro La Campana. Esencialmente una muralla, con algunos pasos de fisuras y extraplomos; su dificultad , 5to grado en escala francesa. La mas larga de las rutas con numerosas pasadas difíciles. Está a la derecha de la placa Darwin, comienza con un murallón vertical, con pocos asideros y tiene una altura de 40mts aproximadamente. Termina el murallón en una plataforma ancha llamada Corredor del Gringo. Se sube varios metros hasta llegar a una repisa llamada la Repisa de Alina nombre de una heroína Alina Pouchet del libro de montaña “El primero de cuerda” de R. Frison Roche muy de moda en los años 50. Luego hay unos murallones bastantes lisos y una pasada extremadamente difícil, que es el diedro inclinado, absolutamente liso y sin asideros. Solamente se puede pasar por oposición siendo muy expuesto. Mas arriba se encuentra un Hoyo al que se le llama el Hoyo del Almuerzo, el lugar para alimentarse , es incomodo; pero no hay otro. Desde ese mismo lugar sigue una placa lisa inclinada, un extraplomo de mucha dificultad. Mas arriba a metros del final se sitúa la Placa del Murcielago. El primer intento se efectuó a fines de 1952 por Bernardo Contreras (alias coligue), Adolfo Contreras del GAC y Robert Glaves del club Andeski. La escalada se prolongó durante todo el dia hasta alcanzar la plataforma, luego de superar el gran murallón de 40 mts, poniendo algunas clavijas y estribos. Al atardecer bajaron en rapel, con algunos problemas para retirar una de las cuerdas. Uno de ellos subio a pulso para desengancharla y asi la recuperó. Meses después en la noche de año nuevo de 1953, Robert Glaves, que era bombero de la 11 compañía de Valparaíso, fallecio junto con su hermano en la explosión e incendio de la barraca Schulze en la Av Brasil, en Valparaíso. El Montañista Miguel Quintana , también voluntario de esa compañía, y miembro del Club Peñimawida salvo milagrosamente, perdiendo solamente el conocimiento. Como Adolfo Contreras por esa época se fue a vivir a Argentina , Bernardo Contreras invitó a Angel Bermejo a participar en su cordada. En ese tiempo se usaban como cuerdas de escaladas las jarcias de manila de 3/4 que hacian de los 40 metros un gran peso al hombro; también pesados grilletes de fierro dulce, más unos pocos clavos y mosquetones. Todos estos elementos eran fabricados en una cerrajeria de la calle aguada en Valparaíso. Por eso fue que el primero de marzo de 1953 Francisco Avila gentilmente nos acompañó para transportar las cuerdas de escalada, más unos estribos del mismo material. Subimos con Pancho hasta el pie de la ruta , lugar llamado el Nido, donde pernoctamos. En la mañana el bajó. Por un problema personal, Bernardo estuvo muy nervioso pensando que esto lo afectaría en su desempeño. Subimos el paredón de cuarenta metros y logramos llegar hasta la ahora bautizada Repiza de Alina y seguimos escalando hasta el Diedro Inclinado. Mi compañero llegó hasta la mitad y le sobrevino un temblor de piernas. Regresó a descansar un rato e intentó de nuevo. Y volvieron los temblores, por lo que debimos bajar. Regresamos haciendo los rapeles pertinentes. Su comentario fue que el accidente nocturno le afectó mucho. ya abajo y descansados, decidimos intentar la ruta Rangers. Escondimos las mochilas e iniciamos la escalada,llegando hasta el lugar llamado Clavo Francés. Allí rescatamos las tarjetas que dejó Germán Mills, con su nombre y fecha y Bernando Contreras las guardó. Como estábamos cansados, bajamos con un rapel, terminando la escalada. (Extraido del libro del autor «Escaladas Históricas en Monte La Campana y Recuerdos de Montaña»)